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“No te acerques al perro cuando está comiendo” 


¿Recuerdas haber escuchado eso alguna vez?

Usualmente lo escuchamos de nuestros padres, abuelos o de nuestros tíos favoritos, y tenían mucha razón al decírtelo. Muchos perros tienen problemas de agresividad posesiva, que es muy parecido a cuando un niño pequeño aprieta su juguete favorito contra su pecho y te grita: “¡mío!” en el caso de nuestros perros significa “Esto mío, solo mío y no quiero que lo mires siquiera”
Compartir es un concepto extraño a la mayoría perros, especialmente aquellos perros que son el único miembro animal de la familia. Un perro con agresividad posesiva va a proteger sus recursos de cualquiera, y sus recursos son: comida, juguetes y el más preciado de todos: Tú.

La forma más fácil de lidiar con esto es comenzar desde que el perro es un cachorro. Que se acostumbre a que vengas y le quites sus cosas. Aunque se las regreses, quítaselas durante un momento.

Hazle saber que aunque alguien tenga algo que le gusta o que quiere tener, se lo regresarán si es paciente.

También ayuda acompañar la acción con una ayudita verbal: “dame”

Cuando tu perro tenga algún juguete en la boca, quítaselo suavemente diciendo “dame” al mismo tiempo. Cuando lo tengas, dale con unos mimos o dile “muy bien”. Con esto, el aprenderá que darte lo que sea que tenga en la boca, es algo positivo que resulta en algo mucho mejor.

Cuando el Perro es un Adulto Posesivo

Si cometiste el error de ignorar este problema cuando era un cachorro, o si adoptaste un adulto con este problema, ahora es tiempo de que te armes con paciencia y persistencia para que tus perros aprenda que no tiene necesidad de proteger sus cosas (y que no es de ninguna manera un comportamiento aceptable.).

El primer paso es remover cualquier objeto que el perro tienda a cuidar: juguetes, huesos, platos de comida, etc. Al igual que los muebles de la casa, algunos perros se sitúan en el sofá y no hay forma de sacarlos de allí. Puedes bloquearle el acceso a la habitación en cuestión, o sencillamente dar la vuelta al sofá contra una pared.

Una vez que no tiene acceso a sus cosas y las cosas de la casa que adoptó como suyas, entonces todo pasa a ser tuyo y es el momento indicado de enseñarle a compartir.

Ármate con un puñado de bocadillos, pero que sean bocadillos regulares, el tipo “wow, que ricos, me encantan” pero no los “súper deliciosos, hiper motivadores, soy capaz que hacer lo que sea para probarlos” como pedazos de queso o bolitas de hígado, esos aún no. Por ahora, usaremos los bocadillos que le gustan, pero no sus favoritos.

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