Las patas y uñas

- El hecho de no llevar calzado no asegura siempre la integridad de sus almohadillas y sus uñas. En sus primeras salidas al campo, o cuando esto no sea un práctica muy usual, conviene revisar sus dedos, almohadillas y uñas al regresar.
Las almohadillas tienden a resentirse y agrietarse en terrenos muy duros por lo que, si prevemos una salida al campo, conviene protegerlas con cremas especiales.
- El corte de uñas es necesario en muchas razas, sobre todo en las medianas y pequeñas, para garantizar un buen apoyo de la mano o pie. Si la uña sobrepasa el nivel de la almohadilla en una vista lateral hay que cortarla. Las primeras veces conviene que lo haga un profesional y nos explique cómo hacerlo en casa y con qué.
- En razas grandes no suele hacer falta cortarlas manualmente por el desgaste provocado por el juego o el ejercicio. Perros y gatos tienen cinco dedos en las patas delanteras (como las personas), pero sólo cuatro en las traseras. En muchos perros, sin embargo, como vestigio de un antiguo dedo, persisten a modo de pequeños dedos atrofiados, los llamados espolones, cuya uña no se desgasta por no tener roce con el suelo. Estas uñas, en su constante crecimiento, toman forma de caracol y vuelven hacia la carne de la pata y se clavan si no las cortamos de forma periódica.

Consejo práctico:

Si al intentar cortar las uñas al perro sobrepasamos el nivel del corte correcto y la uña sangra no hay que alarmarse. Se ha de colocar una gasa con agua oxigenada o un bastoncillo para frenar la hemorragia durante un minuto o dos. Del mismo modo, se puede proteger la uña con un pequeño vendaje durante un día si fuera necesario.
Las glándulas anales
Se trata de unas glándulas apocrinas situadas a ambos lados del ano. Su secreción, de fuerte y desagradable olor, se elimina junto con las heces normalmente o de forma aislada. En situaciones de miedo o estrés contenido es eliminado al exterior. Estas glándulas intervienen en el comportamiento sexual y hormonal de los perros, de ahí su costumbre de olerse por la zona perianal.
El problema surge cuando su eliminación no se realiza por obstrucción de los conductos en infecciones, por estreñimiento o diarreas. Entonces el animal, molesto, arrastra el ano por el suelo, se gira bruscamente y se lame el ano. Si no se le vacían, se produce un absceso, con el dolor y la infección que conlleva.

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