Mitos y realidades acerca del hocico de los perros
Muchas veces nos hemos hecho estas preguntas acerca del hocico o trufa de nuestro perro: ¿Por qué siempre está húmedo? ¿Un hocico seco significa que el perro está enfermo? ¿Los estornudos son síntoma de enfermedad?

Los hocicos de los perros varían ampliamente de forma y van de los extremadamente largos y delgados (dolicocefálicos) a los prácticamente inexistentes por planos (braquicefálicos) como el Carlino. Algunas razas tienen hocicos que en cierto modo recuerdan al lobo original en forma y tamaño y otros se han acortado en cierto modo (mesocefálicos) como los sabuesos.

Ya sea grande, redondo, y del rosado más pálido, o pequeño, puntiagudo, y negro como la noche, no hay forma de que la pierdas de vista; está allí, en medio de la cara de tu perro: es su hocico o trufa.

Posiblemente hayas escuchado toda clase de historias acerca de esas narices inquietas, desde las sorprendentes características de percepción de olores que poseen hasta su capacidad de ser un indicador de la salud general del perro. A continuación, algunas preguntas y mitos frecuentes.

¿Un hocico seco quiere decir que el perro está enfermo?
Este es un error común. Un perro activo y olfateador, con frecuencia tendrá un hocico frío y húmedo, aunque un hocico seca no quiere decir necesariamente que el perro se encuentre enfermo.

Un perro afiebrado, decaído, posiblemente tenga un hocico caliente y reseca, aunque también podría tenerla un perro absolutamente sano. Un perro enfermo, por lo general, presentará otras sintomatologías.

Por ejemplo, un perro con una enfermedad respiratoria puede tener un hocico muy húmeda, aunque esta humedad puede estar acompañada de ciertas secreciones espesas o duras.
¿Por qué los perros tienen narices húmedas?

La humedad en las narices de los perros tiene dos buenos motivos: en primer lugar, ayuda a mantener fresco al animal, y, en segundo, le ayuda a olfatear.

Si bien los perros sudan únicamente a través de las plantas de sus patitas, también pueden eliminar calor mediante las evaporaciones de su boca (jadeos) y de su hocico.

En realidad, esa delgada y translúcida secreción producida por los perros es mucosa y no sudoración. Esta mucosa es una buena superficie para disolver los químicos del aire y absorberlos por la piel, donde están ubicadas las células que detectan los aromas.
Con frecuencia, un perro que olfatea en forma activa y alerta tendrá un hocico más húmedo que uno que está relajado o dormido.

Asimismo, los perros lamerán sus propias narices para probar los químicos atrapados en la mucosa y presentarlos al otro órgano olfativo que se encuentra en el paladar de sus bocas.
Junto a los extensos y sensibles pliegues de tejido dentro de la hocico del perro (conocidos como turbinas nasales) y a un área del cerebro ampliada para la tarea de olfato, estas adaptaciones otorgan a los perros ese excelente sentido olfativo que tanto los caracteriza.

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